A nivel internacional, la EBC arrancó en el 2010. Hoy, el número de empresas que apoyan esta iniciativa ha crecido a más de 1750, y proceden de todos los continentes. La primera «semilla» de la economía del bien común que aterrizó en España fue un vídeo de 13 minutos sobre el modelo, puesto en circulación por attac.tv. En poco tiempo, lo vieron 100.000 personas. En menos de dos años, se fundaron «campos de energía» para la difusión y aplicación local del modelo. Incansablemente, el periodista y experto financiero Paco Álvarez hablaba de una economía «de abajo arriba» en medios de comunicación y conferencias públicas. Pronto emprendedores y alcaldes se unieron al movimiento naciente, que desde el primer momento despertó mucho interés en las universidades, en facultades muy diversas.
Hoy, cuatro años después de la germanización de la EBC en España, existen cinco asociaciones legales: una federal y cuatro regionales, en Cataluña, Canarias, País Vasco y Valencia. Se han formado nodos de trabajo que desarrollan herramientas para los grupos pioneros-empresas, municipios y universidades-, en los que cada persona, con sus cualificaciones individuales, puede implicarse y hacer sus aportaciones. Los procesos participativos y de voluntariado son fundamentales, muchos voluntarios están arraigados en las economías alternativas y muchos están comprometidos con varias iniciativas haciendo de puente. Parece que la necesidad de una alternativa integral, de otro modelo económico, es global. Según una encuesta de la Fundación Bertelsmann un 88 por ciento de los alemanes encuestados deseaba «un nuevo orden económico», en Austria la cifra ascendió a un 90 por ciento.
El análisis de estos resultados es que cada vez más personas son conscientes de que esta «crisis» actual no es una crisis económica o financiera aislada, sino que tiene muchas más caras: las burbujas especulativas, el desempleo, el reparto desigual, el cambio climático, la deficiencia energética, las hambrunas, el consumismo, la perdida de sentido, la perversión de valores y la socavación de la democracia están relacionados y son síntomas de una crisis general del sistema.